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Juan Miceli
Texto curatorial
Esta vida ya es otra…
Por años habitamos lugares enormes, espacios que fueron testigo de millones de historias, que se mantenían erguidos como monumento y documento de la ambición humana, transitamos colmenas habitadas por enjambres de seres que se movían frenéticamente, sin parar… ruido, luz, movimiento, velocidad.
De pronto… todo se detuvo.
Ahora, nuestro espacio se define entre pantallas y haces de luz que funcionan como ventanas, mostrándonos ese mundo que ya no podemos habitar; ese que tanto pensamos que se había quedado pequeño llevándonos a conquistar el ciberespacio y demás mundos construidos por medio de código y no de arquitectura.
Ahora todo se siente lejano, ajeno.
Después de habitar espacios físicos y concurridos por 6 años, este año volvemos al lugar de origen de Voltaje, el mundo de los datos, el intangible.
Y como ocurre una vez al año, el choque de bits y beats se encuentra en un escenario tan extraño pero al mismo tiempo tan familiar para nosotros como lo es el Bronx… porque precisamente eso somos; las tripas numéricas de un paisaje en desuso, unas veces desde su condición post-industrial, otras desde el abandono.
La transición a este lugar es un paso natural para nosotros, pues somos en parte números y concreto. Recibimos los videojuegos, los computadores y los móviles como novedad y como refugio en medio de un mundo que amenazaba con deshacerse.
Este mundo que construimos existe en si mismo, lo habita una naturaleza extraña, bosques de algoritmos y palabras proferidas por humanos que se cuestionan su lugar, su identidad, naturalezas creadas por inteligencias artificiales que dibujan flores mutantes y topografías líquidas imposibles que se reconfiguran con temblores de tierra, ruinas… huellas.
También hay limbos de datos… íconos, imágenes y sonidos que se reorganizan para construir una sinfonía digital… artificial.
Aquí, así, tendremos que vivir un rato.
O en nuestro caso simplemente seguir viviendo.
Carmen Gil Vrolijk
Juan Ricardo Rincón