Vivimos en el vértice.

Esta es nuestra casa, ocupamos un lugar lleno de memoria, pero al mismo tiempo olvidado, nos gustan los secretos, los lugares ocultos, aquello que no es evidente, los sitios que otros han abandonado.

El Voltaje de este año es insular.

Después de un tiempo en el que nos faltó el aire, en el que se deshizo el espacio, queremos develar lo que nos hace humanos; los desplazamientos, los rituales, la huella de los cuerpos, una naturaleza que al fin y al cabo subsiste, y tal vez, nuestra nueva naturaleza, que está demasiado atravesada por la tecnología que lo devora todo.

Sabemos que no somos los de antes y por primera vez logramos sentirnos como el mismo Hospital San Juan de Dios, en continua pandemia… suspendidos entre el olvido de la normalidad.

Regresamos.
Nuestras entrañas; esos cables qué energizan máquinas, proyecciones, parlantes y demás seres mutantes que cobran vida por unos días en este convento de 300 años.

Está generación de artistas son el producto de casi una década de insistir en una mirada crítica al mundo que vivimos a través de la tecnología, con calma hemos ido construyendo un mundo donde las capillas pueden ser electrónicas y los conventos eléctricos.

Queremos que escuchen los sonidos a su alrededor, que eleven la mirada, que piensen que somos esa delgada línea, la que nos separó… la que nos vuelve a conectar.

Bienvenidos.

Carmen Gil Vrolijk
Juan Ricardo Rincón